Soooolo mi triste viejita. La chicha invade todos los distritos populosos,
uno de ellos –San Juan de Lurigancho- es de los más empeñosos en organizar
fiestas de barrio, y me sigo preguntado por qué somos tan ingratos… mi madre
está lejos, muy lejos como para verla, pero no tanto como para no verla algún
día, aunque eso no está en mis manos.
La
segunda parte de El extranjero es mejor que la primera. A veces hay que darle
oportunidad a un libro, ja. Sí, seguro pensarán que me demoro bastante al leer
un libro, y sí pues conchasumare, sí me demoro como mierda. Lo que pasa es que
yo interiorizo bastante el lenguaje, es distinto leer una obra ha
interorizarla, como también distinto la
forma y el fondo. No quiero caer en las disecciones nuevamente. No quise decir
que ‘forma y fondo’ constituyen el rasgo característico de mis lecturas, solo
que, tal vez, trato de justificarme, o encontrar razones (eso que muchas veces
nos falta, aunque debamos dejarla de lado por pendenciera). La cuestión es que
me demoro por un excesivo (y tal vez patibulario) análisis.
Ahora
sé por qué el vulgo aprecia la chicha. Bailo solo, hasta cuándo me harás llorar, hasta cuándo me harás sufrir, bandolera…
diluvios mentales. Recuerdo los problemas familiares y mi sutil manera de
evadirlos, la ingratitud vuelve. 5:01 am, algún día podré saber por qué escribo
esto, pero ¿tiene algún sentido saberlo? No, no soy existencialista por haber
leído a Camus, ni por el flujo de la vida, es solo una actitud natural, sin el
sinsabor de El extranjero. Con el mágico dulzor de las madrugadas en calles que
arman simulacros de urbanismo, de civilización, pero que la chicha autodestruye
su expresión.
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